Tuve la oportunidad de conocer a uno de los bomberos de PROEM-AID que se encuentran en Grecia para asistir al juicio por «tráfico de personas y tenencia de un arma«. Fue emocionante ver lo que me contó de sus experiencias en Lesbos, cómo le ha cambiado la vida, hasta qué punto le ha afectado aquello… Aparte de la situación concreta que viven estas tres personas, lo que debe avergonzar a la Unión Europea es su capacidad de levantar muros, legales y físicos, que impidan la entrada de seres humanos que huyen de la guerra, la miseria, la persecución y el hambre.

Esa falta de sensibiidad de la Europa confortable y ojos vendados, xenófoba de cuello blanco y aporófoba, es capaz de abrir puertas y echar flores a un extranjero que mete goles, facilitarle una SICAV para que no se lleve su dinero a otra parte y hacer negocios multimillonarios con casas reales que maltratan a las mujeres y asesinan a sus disidentes, pero es incapaz de abrir las puertas a seres harapientos cuyo único delito es sufrir en la tierra que los vio nacer.